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Serie 30 días por América: Parte II

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Entonces, henos aquí al amanecer del lunes 9 de Julio de 2012 en la orilla de la playa en Cabo Tiburón. Aquí comenzó nuestro periplo por Centro América. Nuestro primer objetivo era cruzar la frontera hasta La Miel para seguir camino.

Panamá
Bueno pues al amanecer salimos a subir la supuesta lomita para luego llegar a La Miel y entregarnos a las autoridades panameñas en busca de un salvoconducto para cruzar Panamá sin percances. Para los que nunca han escuchado hablar de todos estos lugares que menciono, les explico que aunque hubiéramos cruzado la frontera eso no significaba que teníamos vía franca para nuestro viaje. Tanto La Miel como Puerto Obaldía, el otro pueblito más grande que queda cerca, están arrinconados entre el mar, una franja de playa y tierra poblada por muy pocas personas y la selva del Darién, el lugar más inhóspito y peligroso que se puedan imaginar. Nosotros por suerte evitamos la selva al elegir esa vía, pero aún nos quedaba cruzar.

Aunque la lomita estaba justo frente a nosotros, no encontrábamos el sendero para poder escalar y perdimos cerca de media hora tratando de subir por pasos que estaban sumamente empinados y peligrosos hasta que se apareció un personaje pintoresco que vive por los alrededores (o trabaja, qué se yo) y que evidentemente ha hecho del paso de los inmigrantes por allí su negocio redondo sin siquiera inversión, jaja. Aquel tipo con su vocecita que parece que no mata una mosca nos ofreció enseñarnos el camino y subir con nosotros un tramo, previo pago de una pequeña suma.

Así lo hicimos y seguimos al tipo, quien nos iba dando instrucciones a su manera de por dónde seguir una vez que él nos hubiera dejado encaminados y qué rumbo evitar para no regresar sin saberlo al punto de partida y por tanto seguir aún en territorio colombiano. En su apuro por no ser cogido en ese trance por las autoridades el tipo se olvidó que con nosotros iban mujeres y que el paso debía ser más lento, pero nosotros nos las arreglamos como pudimos, ayudando con las mochilas y remolcando a los rezagados hasta que llegamos a la cima. Les debo fotos de esos momentos, pues la verdad es que no era nada fácil mantener testimonio gráfico y además subir una loma con 2 mochilas al hombro. Pero aquí les dejo unas instantáneas del momento de llegar a la cima.

       Oned y Daniel                                              Vista de La Miel desde la cima


                                                                                   Un servidor

Lo peor de todo fue el descenso, pues por aquella zona llueve mucho y todo estaba lleno de fango. Hubo momentos en que tuvimos que descender sentados dejándonos caer como si fuéramos por una canal y buscando frenar donde pudiéramos poner el pie contra un árbol. Cerca de 3 horas después de comenzar a escalar llegamos al pie de la loma en el lado panameño. Allí entre lo que parecen las ruinas o los cimientos a medio construir de una casucha, nos tiramos a descansar y nos encontramos por primera vez con la policía panameña.

                                                                           Vista de la playa en La Miel

Al llegar el primer policía contactó a otros por radio y cuando estuvieron allí el jefe nos trató con mucha amabilidad, nos dio la bienvenida y nos dijo que por motivos de seguridad ellos tenían que registrar nuestras pertenencias y retirarnos cualquier cosa que pudiera considerarse un arma blanca. Hicieron su registro delante de nosotros sin tocar nada, solo ordenando que sacáramos nuestras pertenencias y nos retiraron los pasaportes para tomar nuestros datos. Se nos dijo que nos serían devueltos una vez que el proceso migratorio nuestro estuviera terminado en Puerto Obaldía.

Estábamos famélicos cuando llegamos allí y luego de que nos ofrecieran el arroz con pescado más caro del mundo (que obviamente no compramos), el jefe de policía se ofreció a buscarnos algo de comer. Le dimos el dinero y localizamos a un poblador de allí que por otra suma nos llevó hasta Puerto Obaldía en su lancha (similar a la de la foto anterior). Hay que decir que si hubiéramos olvidado que no estábamos en un viaje de placer, hubiéramos disfrutado de todo el ambiente marino de esa zona que tiene unos paisajes bellos.

Llegados a destino fuimos recibidos nuevamente por la policía y nuevamente registradas nuestras pertenencias. Nos hicieron un proceso que incluía ser examinado por un médico que por cierto es también cubano que vive en Panamá hace años. Miren ustedes si nuestros compatriotas están regados por todo el mundo, quien iba a esperar encontrar un médico cubano donde el diablo dió tres voces y nadie lo escuchó. Luego de eso nos dejaron sueltos en aquel pueblito de mala muerte a disposición de las autoridades de migración; tres funcionarios que se pueden catalogar como el perfecto espécimen de la burocracia y la desidia.

Salir de Puerto Obaldía ya es de por sí difícil porque solo se puede hacer por aire o por barco, pero al parecer el objetivo de cada persona en ese pueblito desde los de inmigración, pasando por los dueños de comercios y lugares de hospedaje, hasta la encargada de la oficina de reservaciones de la única aerolínea que vuela hasta allí, es sacarle hasta el último centavo a los que tienen el infortunio de quedar varados en ese lugar por varios días y además hacerles la vida miserable como para que no se les ocurra caer allí más nunca en su vida.

Para describirlo mejor, diría que Puerto Obaldía es un enclave en medio de la nada, con electricidad solo unas horas en la noche, donde sus pobladores viven de no hacer nada más que sacarle dinero a los forasteros que pasan por allí. Una noche en una habitación de mala muerte, un plato de comida en un remedo de fonda local, una hora del internet más lento y caro del mundo, un vaso de batido o refresco, cuestan tanto que es imposible no sentir indignación.

Caímos allí en la tarde del lunes y tuvimos que esperar hasta el jueves 12 de julio de 2012 por un espacio en una avioneta que hace el trayecto entre Obaldía y Ciudad de Panamá 3 veces por semana. Luego de una lucha frontal con los tipos de migración que querían seguir encontrando motivos para demorarnos allí, abordamos la avioneta para seguir camino. Cuando nos vimos arriba de aquello que parece una pluma voladora, sentimos que nuevamente éramos libres.


                        Salida de Puerto Obaldía                  Puerto Obaldía: Mercado
                Yahima, Yo, Amanda, Claudia, Aida  

El viaje en avioneta toma unos 45 minutos hasta el aeropuerto de la antigua Base norteamericana de Albrook. Una vez allí las autoridades nos volvieron a pedir nuestros pasaportes y al rato los devolvieron diciendo que podíamos continuar camino. Así, sin más ni más estábamos nuevamente en ruta hacia el Norte. Decidimos ir por nuestros pasajes de bus hacia la frontera con Costa Rica y por algo de comer, momento que también aprovechamos para buscar algún lugar donde conectarnos a internet para dar señales de vida. La siguiente parte de la historia la dejo para el próximo post. See you soon...

  Avioneta en que volamos a Ciudad de Panamá        Isla de Contadora
                              Ciudad de Panamá                     Aterrizando en Albrook

                 El grupo a punto de dejar Albrook para seguir camino al Norte




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