02 03 Paisano: Cubano...... y emigrante: Serie 30 días por América: Parte III 04 05 15 16 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 31 32 33

Serie 30 días por América: Parte III

34
Libres otra vez, compramos nuestros boletos de bus en la gran terminal de transporte que queda frente al Albrook Mall. Como nos quedaba tiempo antes de la salida fuimos a cenar algo y un rato después abordamos hacia Paso Canoas para cruzar la frontera con Costa Rica.

24 horas en bus (guagua)

No hay mucho que decir sobre el viaje hasta la frontera, salvo que fuimos detenidos en un retén para revisar documentación, pero no hubo problemas.

Eran las 4:00 de la madrugada cuando llegamos a Paso Canoas, que es un pueblito singular porque sobre el mismo transcurre la línea de frontera y con solo unos pasos de diferencia te encuentras ya sea en el lado panameño o en el lado tico. Es cosa de solo bajarse del bus y cruzar para estar ya en otro país. En este punto sufrimos la primera separación de tres miembros de nuestro grupo, pues en un arranque de conservadurismo decidieron esperar al amanecer para presentarse ante el punto de inmigración costarricense y solicitar un famoso salvoconducto que otros ya habían obtenido al pasar por allí.

Nosotros al llegar vimos que estaban a punto de salir 2 buses con destino a San José y apostamos a nuestra buena estrella hasta ese momento, diciendo que si se presentaba el problema de que nos detuvieran por el camino, íbamos a improvisar para salir del paso. Tres días varados en Obaldía ya nos parecía demasiado tiempo para seguir perdiendo. El Norte era la meta.

De los dos transportes nos decidimos por el que tomaría la vía de la sierra para llegar a San José, tanto porque nos parecía más improbable que nos detuvieran por esa ruta, como porque el chofer nos aseguró que no habrían problemas y que al llegar al famoso y temido por los emigrantes Kilómetro 37 se las arreglaría para evitar que nos bajaran. Iniciamos el viaje a las 4 y 30 de la madrugada y por lo menos yo no pegué un ojo hasta no estar seguro de que el peligro había pasado. Cuando llegamos al control policial uno de los efectivos había detenido a un bus y estaba en el proceso de revisión, el otro estaba tranquilamente barriendo la caseta que les sirve de oficina. Nuestro chofer realizó su maniobra para detenerse y al ver que ninguno de los 2 policías reaccionaba volvió a arrancar y de esa manera nos puso fuera de peligro. Relajados al fin dormimos un rato y luego nos dedicamos a mirar el camino.

Lo poco que pude ver de Costa Rica me impresionó agradablemente. La geografía es bella, con ríos anchos y limpios. En toda esa ruta rural vimos casas de campesinos modestas pero en perfecto estado constructivo; incluso en aquellas montañas se respiraba prosperidad. Lo más increíble fue ver decenas de torres generadoras de energía eólica y lo más chocante fue lo extremadamente cara que es la comida.


                                                   En camino a San José

Después de siete horas de viaje, con pocas paradas, llegamos a la capital donde tuvimos una situación similar a la de Medellín pues debíamos cambiar de una terminal a otra para seguir en otro bus hacia Peñas Blancas, que es el cruce de frontera hacia Nicaragua. El chofer se ofreció a llevarnos sin tener que bajarnos y en medio del trayecto contactó a otra persona por teléfono para que nos comprara los boletos y así no tener que llegar  nosotros a la terminal. Solo debíamos esperar una hora en una parada frente al Hospital del Seguro, cosa que a la larga llegué a lamentar.

Cuando solo teníamos una media hora hasta la conexión con el otro bus y teníamos necesidad de ir al baño y comer algo nos dividimos en 2 grupos para no dejar solas nuestras pertenencias y a la vez ir más ligeros hasta el Hospital.

Este negro que está aquí, o sea yo, en mi habitual apuro para todo salí disparado para poder regresar rápido y que los demás también fueran. También tenía que cambiar dólares para poder pagar los boletos de bus. Regresé lo antes que pude y solo en ese momento me di cuenta de un error imperdonable. Me entró un frío tremendo al darme cuenta que en el baño había dejado el estuche con nuestra laptop y mi pasaporte. De más está decir que de nada sirvió que regresara a buscarla. Además del autorreproche por la metedura de pata, me busqué tremendo pan con hormigas cuando mi esposa se enteró del percance. No comments....

Llegado el momento tomamos el nuevo bus y con paciencia hicimos el tramo hasta la frontera. Seguimos viendo lugares agradables a la vista y ya en la zona cercana a Nicaragua pudimos ver una buena dinámica comercial vinculada a una amplia zona turística y de playas.

Tarde en la noche llegamos a Peñas Blancas, 24 horas después de salir de Ciudad de Panamá. Cometimos la torpeza de no bajarnos a tiempo y fuimos a dar justo al puesto fronterizo, pero con la buena suerte de que pudimos bajarnos del bus y retroceder sin llamar la atención de las autoridades, aunque sí de una fauna de coyoteros y traficantes que merodean por allí a la caza de tipos como nosotros.

En menos de lo que canta un gallo se nos acercó un fulano ofreciendo cruzarnos a Nicaragua por un lugar alejado de la vista de las autoridades. Con bastante recelo de nuestra parte pasamos un buen rato discutiendo los pormenores, el precio, la hora, etc, etc. El tipo nos vendría a recoger a las 4 de la madrugada, pero mientras tanto nos bañaríamos e intentaríamos dormir algo en una casa cercana. Esa fue otra de las experiencias difíciles del viaje.

Nicaragua:

En la oscuridad total salimos, éramos 3 hombres, 3 mujeres y una adolescente. Nos guiaban 2 tipos más borrachos que una cuba, pero de eso solo nos dimos cuenta en medio de la caminata cuando a la misma vez que nos decían que hiciéramos silencio ellos gritaban cada vez más alto cuando, a causa de la dificultad del camino, alguno de nosotros se rezagaba. Caímos en un arroyo que era puro fango, pasamos por varias cercas de alambre, nos arrastramos por el suelo, en fin, destilábamos agua y fango por todos lados pero finalmente llegamos al lado nicaragüense.

Allí nos esperaba un taxista que con apremio nos hizo entrar a los siete en su auto y partió a toda velocidad hacia Rivas. Yo no sé realmente cómo cupimos todos en ese carro y ante mi preocupación por tanta carga y tanta velocidad el tipo me dijo que era necesario ir tan rápido para poder llegar a su casa sin que nos detuvieran por el camino. Eran las 5 y tanto de la madrugada.

Llegados hasta la casa del taxista, nos dijo que no había apuro en seguir, que nos acostáramos hasta el amanecer o que si queríamos nos laváramos el fango. Él simplemente se acostó a dormir. Al rato pasamos tremendo susto cuando por la puerta de uno de los cuartos de aquella casucha se aparece un policía. Ja, ja,  peculiar manifestación de lo real maravilloso, nos vinimos a enterar que el taxista traficante de inmigrantes tenía un hijo policía. ¿Qué me dicen de esto?

                             












                           En casa del taxista nicaraguense

Luego de amanecer se volvió a presentar el fulano de la noche anterior, que esta vez tenía la misión de hacernos cruzar Nicaragua sanos y salvos hasta la frontera con Honduras. A partir de aquí la historia se empieza a complicar para nosotros. Pero eso, amables lectores, es tema para otro post. No me dejen abandonado, vuelvan por acá que aún quedan capítulos por contar. Nos vemos.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , ,

35 36 37 38