02 03 Paisano: Cubano...... y emigrante: Serie 30 días por América: Parte VI 04 05 15 16 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 31 32 33

Serie 30 días por América: Parte VI

34
Al llegar a Ciudad de Guatemala nos asombramos de la similitud con muchas zonas de La Habana. El barrio en el que se encuentra la Casa del Migrante tiene un gran parecido con el Cerro y con Santos Suárez. Nos costó un poco de trabajo encontrar el lugar, pero finalmente lo logramos.

Guatemala:



Siento una gran gratitud por la atención que recibimos en la Casa del Migrante. Con solo dar tus datos personales eres recibido en igualdad de condiciones con el resto de las personas que llegan, no importa la nacionalidad. A cada uno, con una ética tremenda, se le instruye de las normas de convivencia allí y se le aclara que está expresamente prohibido hacer llamadas o llevar a cabo negociaciones que impliquen contactos de tráfico de personas, robos u otros delitos.

Ese lugar, que funciona gracias a donaciones, ofrece comida, aseo y alojamiento gratis por el tiempo que los migrantes necesitan para reponerse y seguir. La estancia dentro de la casa durante el día no está permitida y para regresar en la noche se les pide a los que hacen estancias largas que traigan pruebas de que han estado buscando algún trabajo o haciendo algo para ganarse la vida honestamente.

Cada día, antes de la cena se reúne a todos los que se quedarán a pasar la noche y se ofrece información importante para los migrantes, relacionada con los lugares de mayor peligrosidad de los que se tienen reportes, dónde buscar ayuda y dónde se localizan las otras Casas del Migrante en todo el recorrido hacia el Norte. En las mañanas cada uno tiene la responsabilidad de limpiar un área de la instalación, como forma de retribuir por los servicios recibidos y para mantener el orden en el lugar.

En nuestro caso le solicitamos a los voluntarios que trabajan allí que permitieran quedarse durante el día a Yahima que se sentía muy mal y accedieron a dejar también a Aida y las niñas. Los hombres salimos al amanecer del martes  a hacer gestiones necesarias, tratar de conectarnos para dar información sobre nosotros y lavar una cantidad de ropa sucia que ya teníamos.También fuimos a un mercado cercano a almorzar y comprar algo para llevarle a las féminas.


                                 Sesión de lavado en Guatemala

Nos vinieron muy bien los dos días de descanso y al amanecer del Miércoles 18 de Julio salimos a continuar nuestro camino. Nos demoramos un poco en llegar a la terminal de los buses que viajan a Tecún Umán , pues nos extraviamos en un cambio de ruta, pero llegamos a tiempo para salir en el siguiente bus. No recuerdo cuánto demoró ese trayecto, pero llegamos un poco después del mediodía y enseguida tomamos unos triciclos que ofrecen servicio entre la terminal y el río Suchiate, que es precisamente la frontera entre Guatemala y México.

Unos minutos más tarde ya estábamos en el río abordando una balsa rústica de las que utilizan para cruzar de un lado al otro. Desafortunadamente no tengo fotos de ese momento, pues es interesante ver cómo sobre dos cámaras de neumáticos construyen balsas similares a las que utilizan los cubanos para aventurarse en el Golfo de México, pero estas son utilizadas para transportar mayormente bienes de consumo desde México hacia el otro lado y hay decenas de ellas. Es impresionante el contrabando de productos que hay y al llegar al lado mexicano pudimos ver una serie de grandes almacenes que viven de ese negocio ilegal.

México: 14 días en cana

Llegando a Ciudad Hidalgo nos montamos en una buseta en dirección a Tapachula para entregarnos a Inmigración y esperar así por el proceso de obtención de un salvoconducto para transitar por territorio mexicano hasta la frontera con Estados Unidos. En ese corto recorrido de alrededor de media hora comenzamos a notar las diferencias entre el camino recorrido y este nuevo país. Todo empezaba a asemejarse más a lo que veríamos al llegar a nuestro destino y la cantidad de recursos destinados a detener la emigración se evidenciaba en los retenes que las autoridades tienen en las autopistas de toda esa zona.

Cuando por fin llegamos a la tristemente famosa Estación Migratoria Siglo XXI nos encontramos en la entrada con otro grupo de cubanos que recién llegaban y con los que hicimos muy buena relación durante el tiempo que estuvimos detenidos allí. El Flaco, Osmany, el Pichy y Yadira estuvieron con nosotros hasta que logramos entrar a USA y nos vino muy bien conocerlos, pues pasamos ratos agradables en nuestros días de cana, divertidos con las ocurrencias del Flaco y del Pichy.

Contactamos al guardia de la entrada y nos dijeron que debíamos esperar por un funcionario de la oficina legal para formalizar nuestra entrega voluntaria y hacernos pasar al lugar. Ese tiempo lo aprovechamos para bromear un poco con el hecho de que íbamos tras las rejas, hasta que vimos que estaban dando salida a un grupo de compatriotas nuestros que habían obtenido su salvoconducto y ya estaban libres para seguir camino. Entre ellos estaba un amigo de Quito, que nos había ayudado con información útil para nuestro propio viaje. Nos daba un poco de envidia verlos partir y solo esperábamos que lo nuestro no se dilatara tanto.


                Fotos antes de la entrada a la Estación Migratoria en Tapachula

Describir en detalles como transcurre la vida dentro de aquel lugar puede ser un tanto tedioso. Pero trataré de dar una idea general de lo que enfrenta uno cuando llega allí. Aquello es un gran corral para meter indocumentados que las autoridades migratorias y la policía recogen a montones las 24 horas del día en todo Mexico. La estación sirve de punto de tránsito para la deportación diaria de cientos de centroamericanos que tienen la desdicha de ser capturados en sus viajes hacia Estados Unidos. La única nacionalidad que mantiene un número considerable de personas por determinado tiempo es la cubana, el resto son aves de paso que llegan siempre al atardecer, les dan de comer, los amontonan en unas celdas enormes donde no pueden dormir porque no hay espacio ni para sentarse y en la madrugada los suben en buses hasta sus respectivos países ( Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua).

Los cubanos son mantenidos en otras celdas con capacidad para 10 personas, que durante el día permanecen abiertas y hay posibilidad de moverse por el lugar, salir al patio a hacer deporte, ver televisión, o jugar dominó bajo tremendo calor. A pesar de estar allí casi incomunicados la gente se las arregla para hacer negocios vendiendo cigarros, cambiando dólares y pesos mexicanos, revendiendo la comida que le dan a los centroamericanos para el viaje en el momento de su deportación y que comercian para no llegar a sus lugares con las manos vacías.

El tema de conversación es básicamente uno solo con sus respectivas derivaciones: ¿Cuándo darán el salvoconducto para poder salir?- Diferentes rumores acerca de a cuántos van a dejar salir la próxima vez, la eterna pregunta de los recién llegados a los que llevan más tiempo allí acerca de cuántos días han pasado esperando, bolas sobre posibles deportados por no cumplir con el tiempo de estancia fuera de Cuba para ser considerados emigrantes, conversaciones sobre los planes de cada uno cuando llegue a USA y las vicisitudes pasadas para llegar hasta México.

A la entrada te dan un sermón acerca de que estamos sujetos a un proceso de respuesta de la Embajada de Cuba acerca de si somos deportables o no y que dependiendo del resultado de ello se nos extenderá un salvoconducto o se nos deportará hacia Cuba. Esto último es una amenaza real que gravita sobre la cabeza de todo el mundo y que les ha sucedido a unos cuantos antes de que nosotros llegáramos y durante nuestro tiempo de espera.

En Tapachula hay gente de todos los orígenes y que ha tomado todo tipo de rumbo para lograr su deseo de emigrar a USA. Desde balseros que detuvieron al arribar a las costas de México, o en su viaje por carretera hacia el norte, gente que atravesó desde Ecuador todos los países como hicimos nosotros, otros que salieron de Cuba por diferentes vías y fueron a recalar allí y hasta encontramos uno que había emigrado a USA hace muchos años y se repatrió a Cuba, pero había decidido volver a emigrar a USA y lo habían atrapado en el intento.

A los hombres los mantienen separados de las mujeres, pero varias veces a la semana permiten una especie de visita en medio de un pasillo. Las pertenencias de cada uno las mantienen en un cuarto bajo vigilancia de un guardia y se permite ir varias veces al día a buscar cosas necesarias de aseo, etc. Hay incluso una biblioteca con un catálogo bastante aceptable y juegos de mesa.

Nuestro papeleo legal no se realizó hasta 2 días después de llegar. Básicamente consiste en hacer un cuéntame tu vida que incluye detalles de cómo y cuándo saliste de Cuba (por aquello de los 11 meses necesarios para ser considerado emigrante), una declaración firmada rechazando pedir refugio en México que luego ellos utilizan como arma para deportarte expeditamente si la Embajada de Cuba les da la luz verde y un fichaje de huellas dactilares. Nosotros tuvimos la mala suerte de llegar en vísperas de los feriados por el 26 de Julio en nuestro país, lo cual implicaba más demora esperando hasta que el consulado cubano reiniciara sus actividades.

La espera, como ya sabemos, desespera. Mientras tanto nos unimos a la desidia colectiva que se vive allí y hasta nos volvimos a encontrar con los miembros de nuestro grupo que se habían quedado rezagados en Costa Rica, que arribaron a Tapachula dos días después que nosotros. Diariamente se movía el rumor de que al llegar a una cifra alta de cubanos allí los de Migración trasladarían a un grupo hacia otra estación migratoria para evitar motines como los que se habían dado anteriormente.

Esto último resultó ser cierto. Al amanecer del 26 de Julio, nuestro octavo día de encierro, los guardias nos despertaron con una lista de personas que iban a ser trasladadas. En el traslado estábamos Yahima, Oned y yo, pero nadie más de nuestro grupo, por lo que esa fue la separación definitiva antes de llegar a USA. También trasladaban a nuestros nuevos conocidos que llegaron el mismo día a Tapachula. Nos montaron en un bus con destino a Tenosique, un pueblito perdido en la geografía del Estado de Tabasco, dándonos una paliza de 10 horas continuas de viaje por montañas y parajes apartados y pasando por la ciudad de Villa Hermosa. El argumento principal de los guardias era que el traslado representaba la casi seguridad de que nuestra liberación estaba próxima y que además nos estaban adelantando camino para cuando tuviéramos que viajar hasta la frontera. También dijeron que el lugar a donde íbamos iba a ser más cómodo para nosotros. Gigante mentira....

 Tenosique:

El lugar al que llegamos estaba atestado de cubanos y centroamericanos, entre ellos varios balseros que llevaban un mes allí. No había espacio ni para sentarse. Lo único mejorcito comparado con Tapachula era que había aire acondicionado. Los hombres estaban en una gran celda que sólo estaba separada de la de las mujeres por una reja por donde ellos repartían la comida 3 veces al día.

Nos tocó esperar otros seis largos días para que llegara la respuesta de nuestros casos. En el interín seguíamos hablando del oro y del moro y planeando el siguiente paso después de nuestra salida. Lo más triste fue ver que a varios compatriotas les llegó la orden de deportación y se los llevaron de regreso a Cuba luego de haber gastado cantidad de dinero, pasar por muchos peligros y alimentar esperanzas. El incidente más sonado fue la noche antes de nuestra liberación.

Una muchacha que llevaba alrededor de un mes encerrada y que fue trasladada el mismo día que nosotros recibió la noticia de que sería deportada a Cuba. A su novio le habían dado el salvoconducto para seguir y a pesar de sus esfuerzos para que la dejaran salir a ella también, se tuvo que ir pues corría el riesgo de que se venciera la validez de ese documento y que todo hubiera sido en vano.

En la madrugada vinieron a buscar a Yanet para deportarla, pero no contaban con que ella estaba decidida a no regresar. Desde el día anterior ella sospechaba lo que venía y estaba super nerviosa. Al llegar los funcionarios de Migración la muchacha siguió el consejo de las otras cubanas y se desvistió quedándose solo en ropa interior y gritando a toda voz que le estaban violando sus derechos. Aquello comenzó a ponerse difícil pues al tratar de sacarla por la fuerza provocaron la reacción de los hombres que estábamos del otro lado y los ánimos se caldearon al punto de que desistieron de su propósito. Al día siguiente le permitieron presentar una solicitud de refugio y así la deportación quedaba en suspenso. Me alegro de poder decir que esa muchacha está ya en USA.

El 1ro de Agosto a las tres de la tarde nos extendieron el bendito salvoconducto. La alegría nuestra era grande, ya solo quedaba la última etapa de nuestro largo viaje, estábamos a solo dos días de viaje de la frontera. Pero teniendo en cuenta el cansancio acumulado y las conexiones de buses que debíamos hacer, decidimos pasar la noche en Tenosique para seguir al día siguiente.

Luego de casi un mes de viaje pudimos dormir sin sobresaltos, pero antes nos dimos una vuelta por el pueblo y matamos el antojo de probar comida mexicana auténtica.




Pichy, Yadira, Osmel y Yahima                             En una taquería de Tenosique

En la mañana del Jueves 2 de Agosto de 2012, salimos en un bus de ADO de regreso a Villa Hermosa para hacer conexión hacia Reynosa, punto que habíamos elegido para cruzar la frontera con Estados Unidos. Esa última fase la contaré en el siguiente post. Mientras tanto los dejo con unas fotos tomadas en la Casa del Migrante en Ciudad de Guatemala, como agradecimiento por la buena atención que nos dieron. No desesperen, ya falta poco por contar, nos vemos....















  

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

35 36 37 38